A la orden del día la arquitectura hostil
Bancas diseñadas para impedir que las personas se recuesten; picos en vitrinas, espacios poco iluminados, jardineras con púas y mobiliarios incómodos son algunos ejemplos de diseños hostiles que tienen como propósito controlar, limitar o excluir a determinados grupos de personas de los entornos urbanos, tales como a personas en situación de calle, trabajadores sexuales y vendedores ambulantes. Y esto es lo que el investigador del Departamento de Proyectos Urbanísticos, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la UdeG, doctor Carlos Crespo Sánchez, considera como “arquitectura hostil”.
“La arquitectura hostil son diversos dispositivos aplicables para tratar de resolver (sin planteamientos) diversas tensiones entre lo público y lo privado. El umbral público-privado genera estas tensiones y estos dispositivos que quieren ser un resolutivo superficial a temas no resueltos. Sin embargo, en estos modelos es evidente la imposición de parte de quien tiene poder hacia quien no lo tiene”.
Estas dinámicas de poder se aplican tanto en sectores privados como tiendas departamentales, edificios y negocios, como en áreas que supuestamente sirven al espacio público, tales como parques, banquetas y plazas.
“Un sitio público también suele impedir algunas actividades, derivarlas a lo privado. Cuando no hay un diálogo sin jerarquizar surgen estos dispositivos violentos que se aplican siempre bajo el criterio de lucha de clases. Afecta, porque es un síntoma de que como sociedad no nos hemos puesto a dialogar sobre los intereses comunes”, matizó Crespo Sánchez.
Sin embargo, no sólo los grupos marginados socialmente son afectados por la creación de estos modelos y su implementación en los espacios: “Nos afecta socialmente, puesto que nos impone una falta de conciencia; atenta contra lo común. No podemos hablar de empatía sin conocer cómo habita el otro, generando un principio de reserva, donde yo prefiero no ver al otro y elijo los sitios que son comunes a mí; creando ciudades para la vida entre desiguales. Hay que ser conscientes de la diversidad para conocernos a nosotros mismos”, agregó.
La arquitectura hostil también abarca el no replanteamiento de las necesidades humanas, tales como baños o espacios de recreación más íntimos y complejos; esta falta de concientización proyectada en los espacios afecta a toda la sociedad, pero en los grupos socialmente apartados se visualiza una especie de resistencia u oposición a lo dictado por el espacio:
“Estas personas que han sido vulneradas, incluso por el espacio, se rebelan constantemente ante estas imposiciones; por eso, los seguimos viendo y tenemos que verlos para recordar que tenemos una deuda con ellos. Estos dispositivos que intentan alejarlos sólo quisieran esconder las diversas problemáticas o deseos que atañen a una ciudad”, explicó.
Desde el lado académico, Crespo Sánchez refiere que la ética y la concientización de los espacios es vital para que las futuras generaciones de arquitectos y urbanistas tomen en cuenta las necesidades de todas las personas; sin embargo, también considera que la educación de la sociedad es necesaria para que comencemos a ver a todos los participantes como entes que merecen utilizar el espacio, sin discriminación y con accesibilidad.
Además, agregó, es de suma importancia rebelarnos constantemente contra los espacios de acuerdo con nuestras necesidades para llamar la atención de quienes estructuran los modelos que habitamos, sólo así lograremos ciudades replanteadas para cosas más completas que no sólo sean consumir, trabajar y pernoctar.
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“1925-2025. Un Siglo de Pensar y Trabajar”
Guadalajara, Jalisco, 31 de enero de 2025
Texto: Anashely Fernanda Elizondo Corres
Fotografía: Fernanda Velazquez
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