Liberador, pero homofóbico, el famoso grito de aficionados mexicanos en el futbol
Históricamente, el deporte y, particularmente, el balompié ha sido una válvula de escape para amplios sectores sociales. Y las palabras obscenas son parte de esa catarsis, pero también tienen significados metalingüísticos, es decir, que van más allá de lo que realmente se pronuncia. Así lo señalaron especialistas en Psicología y Letras de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
A pesar de las sanciones impuestas por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), el grito de “Ehhhh, puto”, no ha podido ser erradicado en el futbol mexicano y ya se escuchó también en las tribunas de los estadios en el Mundial de Rusia 2018. El fenómeno puede analizarse desde las perspectivas psicológica y lingüística.
El Jefe del Departamento de Psicología Básica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), doctor Francisco José Gutiérrez Rodríguez, consideró que este grito es reflejo de una cultura machista enquistada en la sociedad de nuestro país.
“El grito homofóbico tiene que ver con nuestra cultura, donde una de las formas para degradar a otro es feminizarlo. Hay elementos de misoginia. Llamarle a alguien homosexual es un insulto en medio de una cultura machista, pero para algunos representa un escape de las tensiones de la vida cotidiana”, agregó.
La Jefa del Departamento de Letras, doctora Patricia Córdova Abundis, explicó que las palabras obscenas forman parte del bagaje lingüístico de las comunidades y se utilizan en distintos contextos.
En este caso, el grito tiene un significado idiomático, es decir, puede ser interpretado de distintas maneras entre los 500 millones de hablantes del español, e incluso en México tiene muchos significados. Algo similar a la palabra “chingada”.
“El ‘puto’ aparece en la segunda parte de El Quijote. Sancho Panza se sorprende porque en una corrida de toros, gritan eso, ‘¡puto!’. Otro personaje, Sansón Carrasco, le explica que eso se grita para decirles: ‘¡Hey, qué bien lo haces!’. Pero Sancho, que es el pensamiento no lingüístico, el pensamiento vulgar, lo toma como una ofensa. El letrado, el bachiller, le confirma que no es ofensa”, dijo Córdova Abundis.
Explicó que las palabras obscenas son liberadoras, marcadoras de estilos o actitudes lingüísticas y de posiciones frente a lo que se dice. En el caso del futbol, el aficionado busca extenderse hacia la cancha a través de la palabra, que es el único recurso para ser partícipe de la competencia. Pero al hacerlo con esa palabra en particular, implica dañar a la comunidad LGBTTTQI, que ha ganado respeto en el mundo.
“La sensibilidad en particular a este grito viene porque estamos viviendo una época en la que nos hemos abierto a una aceptación de la diversidad sexual y lo políticamente correcto a través de las palabras, es respetar en diversos espacios a la diversidad sexual”, indicó.
Y añadió: “Hay una explicación metalingüística, filológica del insulto. Pero tendríamos que estar explicándole a cada persona lo que significa”.
Gutiérrez Rodríguez recordó que en la cultura mexicana el futbol ha sido un medio de escape de tensiones, de ansiedad, pero también puede provocar estados no deseables de enojo o frustración, por el mal desempeño de algún jugador, las decisiones del árbitro o agresiones dentro del campo. Su uso, incluso, no es exclusivo del futbol, sino que, por ejemplo, también se utilizan en la lucha libre.
Enfatizó que el uso de palabras obscenas en el deporte no es la manera más adecuada de desahogarse, por lo cual se recomiendan otras actividades como la práctica del ejercicio, el arte o la convivencia no violenta a nivel verbal.
“Recordemos que en mitad de una masa, en medio del anonimato, la persona puede exteriorizar acciones, sentimientos o pensamientos que no haría individualmente, y que el sociólogo francés Gustave Le Bon denominó como la masa contagiada”, recalcó.
Aunque admitió que en Rusia están desligados de lo que en México significa la picardía o el albur, para Gutiérrez Rodríguez las sanciones de la FIFA por el grito son adecuadas, porque en otros países ya existe un mayor nivel de avance en cuanto al uso de lenguaje no sexista ni discriminatorio, y por ello lo identifican como una expresión homofóbica.
Por separado, Córdova Abundis se pronunció porque el término no se utilice, y argumentó que su posición no surge de una visión purista o prescriptivistade la lengua, sino desde el entendimiento del contexto social y político de respeto a un grupo de hablantes que pertenecen a la comunidad de la diversidad sexual.
“Podríamos hacer un análisis, dónde empieza y dónde termina la libertad idiomática de un hablante. Podríamos decir que la libertad lingüística termina cuando con mis palabras empiezo a ofender al otro y tengo que detenerme. Por eso es importante la cultura literaria, para que los hablantes tengan la sensibilidad de lo que significan las palabras. Parte de ser alguien civilizado es ser sensible al uso de las palabras”, concluyó.
A t e n t a me n t e
"Piensa y Trabaja"
Guadalajara, Jalisco, 26 de junio de 2018
Texto: Julio Ríos
Fotografía: Mariana Hernández León
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