La tradición y su influencia mágica en las expresiones musicales contemporáneas
El artista se nutre de su entorno; se deja influir por las imágenes, el arte, la música y la tradición familiar para innovar y crear. De ahí la importancia de tener experiencias, de comunicarse con otros, de tener nuevas relaciones y de dejarse conmover por lo que es percibido; así lo señalaron los participantes en la mesa “Artes tradicionales contemporáneas de México”, durante el Congreso de la Sociedad Internacional para las Artes Escénicas (ISPA), que alberga la Feria Internacional de la Música para Profesionales (FIMPRO).
“Nosotros no creamos nada, sólo agarramos una guitarra, un papel y una pluma, y las mezclas salen, porque tenemos sangre negra, muchas sangres indígenas. Y no sólo hay un México, sino muchos, y de alguna forma los tenemos integrados a todos, así como los diferentes sexos y géneros que cohabitan en nuestra cultura”, expresó Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba, una agrupación musical con una trayectoria de 30 años.
Albarrán está convencido de que ser original implica, para un músico, retomar elementos de su origen, poner un pie en la tradición y en lo que sucede, dejarse influenciar por todo, incluso por la música que disgusta, ya que forma parte del ambiente mental que todos comparten, y dejar fluir la creatividad.
El músico resaltó la importancia de encontrar una voz propia, “que en nuestro caso provenía, cuando iniciamos, de la colección de discos de nuestros padres, que llegaron a la Ciudad de México en la década de los 50”, contó.
Las familias chilangas de aquel entonces tenían en su colección muestras de huapango huasteco, de la vaquería de Yucatán, así como música de distintas partes del país, al mismo tiempo que tenían discos de los Beatles, “e hicimos lo que teníamos que hacer, retomar todo eso para tener una voz propia”, expresó Albarrán.
La dramaturga yucateca Conchi León, autora de la obra Mestiza power, expresó que la universalidad no está peleada con las referencias a la aldea.
“Yo he descubierto que mi aldea no es sólo el lugar en que nací. La aldea es también yo misma, mis recuerdos, mis desmemorias; el odio, amor, infancia, pesadillas y sueños personales. Esa es mi idea de aldea”, externó.
Dijo que hay que tomar lo que cada uno lleva dentro y convertirlo en una pequeña obra de arte. No es el México real, sino el cliché el que prefieren algunos extranjeros, y el país es tan diverso como los rostros de su teatro, relató.
La Bruja de Texcoco, de nombre Octavio, músico inspirado en el folclore mexicano, dijo que se basa en elementos de la tradición mexicana como sones huastecos, abajeños y canciones rancheras “para crear todo un ambiente surrealista mexicano, lleno de magia”, confesó.
Habló de su surgimiento, a raíz de un ritual que se realizó en Texcoco, acompañado con músicos de concha de armadillo. Él después de saludar a un curandero, éste le dijo que lo estaba esperando, y le expresó que era una de sus brujas, una mujer.” Tomó mis manos y me dijo: “Míralas, son de mujer, tú viniste aquí por algo”.
La Bruja de Texcoco descubrió, a través de la magia de la cultura mexicana, su propia feminidad, la cual tenía guardada.
Ella retoma, desarrolla y empodera las distintas feminidades que hay en México como los chuntaes, de Chiapa de Corzo y los muxes, de Juchitán, en un ambiente mágico y festivo, con base en una identidad que es chilanga.
El músico, pedagogo y gestor cultural Sergio Ramírez fungió como moderador de la mesa.
A t e n t a me n t e
"Piensa y Trabaja"
Guadalajara, Jalisco, 29 de mayo de 2019
Texto: Martha Eva Loera
Fotografía: Gustavo Alfonzo
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